Bene Tuki
UNA VIDA DEDICADA A LA ESCULTURA
Bene Tuki no está desligado de su pasado, es un heredero de los grandes maori tarai (escultores) y su obra perpetúa la capacidad creadora de su pueblo.
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Nació en Rapa Nui (Isla de Pascua) un 15 de octubre de 1946, hijo de Manuel Tuki Tuki y Magdalena Pate Araki. Su genealogía se remonta a la gran inmigración que llegó a la isla desde algún lugar de Oceanía hace más de mil años.
Por línea paterna, es decir, por el apellido Tuki, pertenece a la tribu Miru, del linaje Ra’a, que se remonta al primer rey. Por el lado materno, pertenece a la tribu Ko Ure Moko Mae y Ngaruti.
Es heredero de los grandes escultores del pasado y ha dejado un legado escultórico a su pueblo y a las nuevas generaciones, gracias a la hermosura y gran calidad de sus obras, tanto en piedra como en madera.
Desde niño, vio en su entorno familiar a personas que tallaban, y así se fue forjando.
“Recuerdo cuando era niño que en mi casa se reunía un grupo de hombres a tallar, entre ellos mi padre Manuel Tuki y mi tío Iare Araki. Ellos tallaban para tener algunas piezas que les servirían de trueque, cuando llegara algún barco de la Armada u otro barco de paso… Un día mi papá al verme siempre al lado de él cuando esculpía, me dijo –¿quieres tallar?– a lo cual yo le respondí que sí. Me dijo –ahí están las herramientas–, y nada más. Tenía 10 años. Nunca me dijo así debes hacerlo, aprendí solo. Mis primeros tallados estaban feos y los escondía entre las matas de plátanos para que nadie los viera. Una vez me atreví a mostrar lo que había hecho y mi papá me dijo –está bien–. De ahí seguí tallando. Pero sin tomar aún la decisión de dedicarme plenamente a este oficio” (Bene Tuki)
Se forjó observando a otros escultores, logrando dar a sus obras una línea de diseño propia que lo distingue. De sus manos hábiles surgen diversos objetos inspirados en obras tradicionales que fueron de culto y tuvieron una función mágico-religiosa en la antigüedad.
En el año 1978, a los 32 años, toma la decisión de dedicarse plenamente a la escultura y de ahondar en el conocimiento del pasado escultórico de su pueblo. Desde ese momento, comienza su trabajo sistemático, el cual muestra en exposiciones, encuentros culturales, simposios y otras instancias.
Sus obras de mayor escala, generalmente en piedra, han sido esculturas que representan al moai clásico de Rapa Nui. Las talló en ocasión de representar a Rapa Nui en encuentros internacionales y por encargo, como parte de proyectos en el extranjero y también en Chile continental.
Ha dejado cerca de 20 esculturas alrededor del mundo, en su mayoría de piedra. Según el artista, la piedra planteaba más desafíos, ya que no siempre se podía elegir la piedra más ideal para el trabajo, y se iba descubriendo su potencialidad en el proceso.
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En el año 1993 viaja por primera vez a Europa, específicamente a la isla de Texel, en donde esculpe un moai en Eiland Galerij. eilandgalerij.nl
Aquí se encuentra con la tierra del primer navegante europeo en llegar a Rapa Nui, un 5 de abril de 1722, Jakob Roggeveen, y crea un proyecto con el artista pintor Niek Welboren, para unir Texel y Rapa Nui en hermandad.
El encuentro con la tierra del navegante Del molino a tierra lejana, hoy presencia pétrea Sus ojos no ven Su pensamiento nostálgico de las manos que lo crearon Su nombre El Moai soñador de su tierra lejana. (Ana María Arredondo, 1993)
A partir de Holanda, se abren las puertas a una creación que no se detendrá hasta pocos años antes de su partida, en el año 2022.
En 1994, esculpe un moai de piedra para la colección privada de Jermán Cossio, de aproximadamente 2.50 metros, en Olmué, Chile, y en 1998 para la Colección privada Vicherat, en Algarrobo, Chile.
En 1999, en ocasión de un festival de Arte y Cultura en las Islas Marquesas, Polinesia Francesa, talla un moai de piedra en la isla de Nuku Hiva y dos años después, en el año 2001, junto a otros artistas, viaja a Estados Unidos y esculpe un moai en piedra llevada desde Rapa Nui en el Museo de Historia Natural en Nueva York.
En el año 2004, en ocasión de un gran evento de muestra de la cultura Rapa Nui, esculpe un moai en mármol en el Hotel Plaza San Francisco, en Santiago de Chile.
Pero el artista destaca el moai tallado en Italia en el año 2005, en Carrara, en la misma cantera de donde se extrajo la piedra con la que Miguel Ángel trabajó, la cantera de Michelangelo. Bene Tuki planteó la ductilidad de este material y comprendió la grandiosidad de las esculturas de Miguel Ángel al tallar en ella. Esta escultura de moai de una línea fina e estilizada, fue expuesta en el Festival de Cine en la isla de Lido en Venecia.
En 2006, pocos años después, fue invitado por el Municipio de Stuttgart para tallar un moai de piedra en la plaza de dicha ciudad, el cual se encuentra hasta el día de hoy con una placa explicativa.
También, el moai tallado para Japón tuvo un gran significado para el artista. Este moai fue tallado con piedra de Rapa Nui, un hecho muy significativo, ya que había una disposición que prohibía sacar piedra de la isla. Este permiso se obtuvo debido al significado de este proyecto.
“Este proyecto me marcó“ (Bene Tuki)
Producto del terremoto del año 2011, la gente de Minami Sanriku, en la región de Tōhoku, al norte de Japón, sufrió el más grande de los tsunamis. Cuando el gobierno de Chile preguntó qué tipo de ayuda querían, el gobernador de la localidad respondió que querían un moai.
“Yo creo que toda la gente de la isla que vio el reportaje que informaba de esto quedó sorprendida. ¿Un moai? ¿Por qué un moai?', nadie entendía. Pero el reportaje continuaba diciendo que en el sector donde había llegado el agua había una plaza llamada Chile, donde se encontraba un moai esculpido por un escultor chileno y un cóndor sobre una columna, todo lo cual había sido destruido por el tsunami”. (Bene Tuki)
Meses después de los acontecimientos, limpiando el área de los escombros, habían encontrado la cabeza del moai y personal de la Mitsubishi la había trasladado al Liceo Shizugawa, ubicándola a la entrada del colegio. Los niños estaban tan felices con esta escultura que cuando el gobierno local quiso llevársela, los niños lo habían impedido.
Esta noticia hizo que el padre de Bene Tuki le solicitara esculpir un moai que sería un regalo de la familia Tuki, del pueblo Rapa Nui y de Chile, al pueblo japonés, especialmente a la gente del sector donde se había producido el gran tsunami.
Bene Tuki talló un moai en Rapa Nui, acompañado permanentemente por su familia y miembros de la comunidad. Una vez terminado, fue trasladado al continente en avión para ser embarcado rumbo a Japón.
En el año 2013, el artista viajó acompañado de su esposa y una pequeña comitiva para inaugurar el moai en el sector de Minami Sanriku.
Otras esculturas representativas del moai han quedado alrededor del mundo: siete en Chile continental y once en el extranjero, incluyendo Alemania, Holanda, Argentina, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Japón, Corea, Samoa y Marquesas.
También talló un moai en hielo en la ciudad de Ottawa, Canadá, en ocasión del festival de invierno Winterlude, en donde viajó como parte de un equipo de escultores chilenos.
Estos trabajos y muchos otros lo han hecho ser un embajador de su cultura, dando a conocer la faceta escultórica del pueblo Rapa Nui. Sin embargo, sin duda, la madera ha sido el material que más lo entusiasmó, ya que al solo mirarla sabía cómo trabajar sus vetas y colores.
“Tu al ver un trozo de madera, ya sabes que hay adentro, en que se puede transformar. El material te comunica, te habla en que debe transformarse. Pero tu idea no es rígida ya que te abres también a lo que vaya surgiendo”.(Bene Tuki, 2019)
En madera, creó obras que reflejan la capacidad del artista de hacer obras de más de dos metros, así como medianas y pequeñas esculturas cargadas de detalles y de gran delicadeza.
“Una escultura pequeña llena de detalles es muy interesante para mí, me enriquece. Siento que doy otra parte de mi inteligencia, de mi habilidad y siempre tengo el tiempo para observarla y dejarla cuando estoy absolutamente conforme”. (Bene Tuki, 2019)
Él no diseñaba cuando trabajaba haciendo una escultura tradicional Rapa Nui; no necesitaba trazar ni dibujar, no había una maqueta previa; todo estaba en su cabeza. A medida que trabajaba la pieza, esta se iba transformando, por lo que no podemos hablar de sus obras como réplicas, ya que va poniendo en cada una su impronta personal, que hace de cada escultura algo propio y original.
“Si bien estoy esculpiendo una obra que en su forma, fue creada en la antigüedad, yo voy agregando y transformando ciertos aspectos que la hacen ser mi obra”. (Bene Tuki)
Muchas veces, de forma intencionada, el escultor no terminaba sus obras, ya que para él era interesante ver el proceso, el cual tenía el mismo valor que una obra terminada.
La obra de Bene Tuki se caracteriza por la estilización y fineza. Su lugar de trabajo era un espacio rodeado de silencio y, en cierta manera, de soledad, lo que lo hacía estar más en comunicación con lo que estaba haciendo. Pero se abría a la comunicación cuando su obra estaba terminada.
Su trabajo artístico se conjugaba con actividades relacionadas con el mar y la tierra, algo necesario para toda persona rapa nui. Pero, sobre todo, era un recolector de madera, siempre recogiendo trozos de madera ya caídos pensando en tal o cual pieza. Maderas secas y otras que dejaba secar por meses y a veces años.
Las obras del artista Bene Tuki, son obras de arte, quizás desvinculadas conscientemente de su valor simbólico original, pero unidas a sus ancestros y maestros a través de las características fundamentales de cada obra. En cada una de ellas se conjuga un manejo impecable de la técnica del tallado y una interpretación contemporánea de cada una de las obras.
El artista consideraba crucial que su legado escultórico perdurara, por lo que su sueño era transmitir su conocimiento a alguno de sus descendientes, así como a miembros de la comunidad interesados en aprender el oficio de la escultura, especialmente niños y niñas, con el fin de motivarlos. Su última obra fue un moai altamente estilizado tallado en madera, creada durante un encuentro con escultores locales en la ciudad de Castro en el año 2020.
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Bene Tuki, a lo largo de su vida, participó en varios encuentros con otros artistas, mayormente fuera de la isla, lo que le brindó la oportunidad de contemplar su obra desde perspectivas diferentes. También viajó por el mundo visitando museos y grandes obras arquitectónicas, como Machu Picchu en América del Sur y sitios en el sudeste asiático, especialmente en Camboya.
Estas experiencias le permitieron ampliar su horizonte artístico al exponerlo a diversas culturas y estilos creativos, enriqueciendo su propia práctica artística y proporcionándole una comprensión más profunda del valor y la diversidad del arte en todo el mundo.
“Me ha abierto un mundo diferente. Por años viví aislado en la Isla sin saber todo lo que ocurría afuera y mi único referente eran las creaciones de la antigüedad. Observé las creaciones maravillosas de otras culturas y del valor que se le asignaba a la creación artística, lo que me permitió valorar lo que teníamos”. (Bene Tuki, 2019)
El encuentro con artistas de Oceanía en simposios y festivales de arte, como los realizados en las Islas Cook, Tonga, Samoa, Islas Marquesas, Nueva Zelanda y Corea, fue una experiencia que reafirmó la identidad rapa nui de Bene Tuki. Estos encuentros le hicieron sentir una unidad geográfica y cultural con otros artistas con los que compartía un pasado común.
Al interactuar con artistas de diversas partes de Oceanía, Bene Tuki pudo conectar con su herencia cultural y sentirse parte de una comunidad más amplia de creadores que compartían experiencias y perspectivas similares. Este intercambio cultural no solo enriqueció su práctica artística, sino que también fortaleció su sentido de pertenencia a su propia cultura rapa nui y a la región más amplia de Oceanía.
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Creó escultura modernas preferentemente fuera de la Isla en encuentros con otros artistas.
“Cuando hago una escultura moderna, parto siempre de algunas líneas y diseños tradicionales que están muy presentes en mi mente pero a medida que voy trabajando van surgiendo nuevas ideas que van dando como resultado una nueva creación”. (Bene Tuki)
Recalcaba que su inspiración era el diseño tradicional y la cultura de su pueblo, y que era difícil desvincularse del arte tradicional. Sin embargo, sentía que al hacerlo, estaba contribuyendo a la construcción de una cultura contemporánea para su pueblo, lo cual consideraba importante para mantenerla viva.
Siempre incursionó en obras modernas en su taller, pero no fue hasta el año 1992 que talló una escultura en madera en Rarotonga, en el Archipiélago de las Islas Cook, con motivo del Festival de Arte del Pacífico. Se inspiró en una pieza tradicional, un paoa o bastón de mando, que tenía aproximadamente 2.50 metros de altura. Esta experiencia marcó un hito en su carrera, ya que fue la primera vez que fusionó elementos tradicionales con su propia interpretación moderna en una escultura de gran tamaño.
En 1998, Bene Tuki esculpió una caracola en piedra roja en los jardines de su Galería de Arte, donde permanece junto a obras de otros artistas como Vicente Gajardo, Pancho Gacitúa y Osvaldo Peña. Esta creación se llevó a cabo en respuesta a una invitación de la Fuerza Aérea a estos artistas.
Este encuentro fue sumamente significativo para Bene Tuki, ya que tuvo la oportunidad de compartir tiempo con estos destacados escultores continentales. Durante esos días, esculpieron juntos y exploraron la isla. El artista expresó que, a pesar de pertenecer a diferentes culturas, sentía que estaban hablando el mismo lenguaje y que estaban unidos espiritualmente. Esta experiencia reflejó la conexión profunda que se puede establecer a través del arte, trascendiendo las barreras culturales y lingüísticas para encontrar una expresión común.
Ese mismo año, fue invitado a participar en un Simposio de Escultores organizado por la Galería Arte Espacio en Santiago. Durante este evento, esculpió una figura con mármol travertino que denominó Paroko o te Mana. Paroko es un pez que habita entre las rocas y que, en la antigüedad, era tallado en madera y utilizado como talismán. La figura de este pez fue su inspiración.
PAROKO O TE MANA Eres Paroko Pez entre rocas Sustento diario Talismán en el bote En las cañas de azúcar Proyectas tu mana en eterna abundancia (Ana María Arredondo,1998)
En el año 2007, Bene Tuki fue invitado por Felipe Tohi, quien era un gran amigo y escultor, a participar en un workshop de escultores del Pacífico llamado Manukau en Auckland. Esta experiencia resultó ser muy interesante para él, ya que tuvo la oportunidad de compartir con otros escultores del Pacífico. Durante este workshop, esculpió una figura en piedra, agregando así otra experiencia significativa a su trayectoria artística y su interacción con artistas de diversas culturas del Pacífico.
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Bene Tuki expuso en varios lugares además de la Isla
“Me interesa que la gente vea y comente mis obras”. (Bene Tuki)
Bene Tuki exhibió su obra tanto en Chile continental como en diversos lugares del extranjero. En Chile, expuso en ciudades como Viña del Mar, Santiago, Algarrobo y Putre. Además, tuvo la oportunidad de mostrar su trabajo en el extranjero, incluyendo Estados Unidos, Nueva Zelanda, algunas islas de la Polinesia, Francia, Holanda y Japón. Estas experiencias fueron siempre gratificantes para el artista, ya que le abrieron puertas a otros encuentros y proyectos.
Además de las exposiciones, el trabajo escultórico de Bene Tuki se dio a conocer a través de numerosas publicaciones en revistas y libros relacionados con el arte rapanui. Se han editado seis catálogos con sus obras en ocasión de algunas exposiciones u obras realizadas, lo que ha contribuido a difundir y preservar su legado artístico.
Se destaca el artículo publicado en el año 2005 en el New York Times, escrito por Larry Rohter, sobre la vida de Bene Tuki, así como un suplemento del National Geographic que abordó su trabajo como escultor, específicamente el moai que creó para Japón. Estas publicaciones resaltaron la importancia y el impacto del arte de Bene Tuki, llevando su trabajo y su historia a una audiencia internacional a través de dos de las publicaciones más prestigiosas del mundo.
Las obras del artista Bene Tuki han trascendido los confines de la Isla de Pascua, difundiéndose a través del mundo. Sus creaciones han sido expuestas y han encontrado hogar en museos, galerías de arte, colecciones privadas y espacios públicos en diversos rincones del planeta. Su arte ha dejado una huella significativa en la escena artística global, llevando consigo la rica cultura y tradición de la Isla de Pascua a audiencias internacionales y dejando un legado perdurable en la historia del arte contemporáneo.